Papas andinas, un proyecto actual que programa el futuro.
- 9 de mayo, 2025
El fomento de cultivos andinos, en la Puna, cuenta con el apoyo de la minería y es el nuevo desafío para las comunidades originarias.

La experiencia en materia de Desarrollo Sustentable es exitosa ante la amplia convocatoria y los sobresalientes resultados. la tarea de Relaciones Comunitarias de SSR Mining marcó un hito para generar alternativas concretas para la pos minería.
Pequeños productores de la Puna de Jujuy avanzan en técnicas de cultivo, clasificación y comercialización de papas andinas, respaldadas por expertos puneños, junto con los miembros de la Asociación Pachamama, la empresa SSR Mining - Mina Pirquitas y cuentan con el acompañamiento de la Secretaría de Pueblos Indígenas de la provincia norteña y Comisión Municipal de Rinconada. Estas entidades y vecinos de la zona mancomunaron esfuerzos como parte del legado pos minero que pretende consolidar el Desarrollo Sustentable en el departamento Rinconada. Nuevos horizontes productivos se avecinan como parte de la economía en esta parte de la provincia.
En el paraje de Costa de Guayatayoc, en la comunidad de Pozuelos, alrededor de 20 familias evaluaron sus cultivos de papas y papines. Luego de un proceso de varios meses, en el cual sufrieron heladas y granizos, se abordó el fomento de renovadas técnicas que comprendió además el manejo del recurso del agua en estas zonas inhóspitas y se construyeron estrategias sustentables en las plantaciones, temáticas que fueron cruciales para alcanzar logros.
Esta labor, forma parte del Programa de Recuperación de Cultivos Andinos, con impacto directo en la zona de influencia del emprendimiento Mina Pirquitas - Chinchillas. Lleva 3 años de desarrollo y actualmente es coordinado principalmente, entre SSR Mining y la Asociación Civil Agroganadera Pachamama. Los fondos provenientes de este programa permitieron a las familias tomar microcréditos y a partir de su aplicación ya lograron una primera campaña exitosa de 10 mil kilos de papas el ciclo 2023-2024. Como dato ilustrativo, vale declarar que durante la campaña 2024 – 2025, se abrió esta propuesta para habitantes no asociados del territorio. De esta manera, permite aspirar a la meta de alcanzar los 20 mil kilos, alentando nuevos horizontes para unos 120 miembros de comunidades. Algo que se presenta sustancial para nuevas oportunidades en la zona.
En esta instancia, las papas de diversas características y colores fueron clasificadas para la venta, abriendo esperanzas en quienes decidieron ir más allá de la cría de ovinos y camélidos. “Estamos con un nuevo desafío, que es agregar un poquito más la canasta familiar con la agricultura andina”, dijo Diego Esteban, referente de la Secretaría de Pueblos Indígenas y habitante de la zona. En este marco, recordó el respaldo de la Asociación Pachamama: “nos ayuda a soñar algo que podría darse y que nuestros abuelos hacían. Con el tiempo esa actividad se fue perdiendo, pero hoy nosotros la volvemos a revalorizar. Individualmente, no podemos llegar lejos; trabajando en equipo, es mucho mejor”.
Las tareas en la región no son fáciles. “En todas las zonas rurales siempre incentivamos a la gente joven, que por lo general emigra y van quedándose las mujeres y las personas adultas mayores. El problema más grande es la mano de obra”, prosiguió Esteban.
Otra dificultad territorial, es la distancia para el acompañamiento constante a los productores: “estamos bastante dispersos, con una familia a 500 metros; otra, a 4 kilómetros; otros, a 25 kilómetros y más; el problema más grande, ha sido la parte logística: el traslado en vehículos y eso nos facilitó el área de Relaciones Comunitarias de la empresa”. Destacando por último la importancia de la “Minga” como trabajo y espíritu colaborativo donde todos deben ayudarse.
El valor de la experiencia y la “Minga”
Los productores fueron asesorados por Miriam Cruz, reconocida exponente idónea y que lleva más de 20 años cultivando papas en la comunidad aborigen Ojo de Agua. Convocada especialmente para este programa en Rinconada, su rol fue fundamental para el intercambio de experiencias y nuevos aprendizajes.
“Es el momento de presentar la cara de mi producto ante el público, el más cuidadoso y más delicado. Si yo hoy mando mal, voy a tener mala fama; si mando bien, los clientes me van a llamar y me van a pedir, no voy a tener que andar golpeando la puerta”, expresó Miriam Cruz .
Junto al grupo, en esta oportunidad, analizó las variedades cosechadas, entre ellas Desirée, Revolución, Santa María (rojiza), Azul Sayama, Pali (rosada), Runa, Imilla Negra, Collareja y Malcachu, entre otras, apuntando a reunir volumen y buena producción.
“Cuantos más productores, es más difícil poder llevar el mismo nivel de calidad y tamaño”, dijo la experta, recomendando acciones tendientes al resguardo de la cosecha, selección de buenas semillas, empaques y hasta estrategias de venta, en un mercado difícil y exigente que no siempre valora el gran esfuerzo productivo jujeño.
“¿Quién produce lo que comemos? Es el campo. Hay que apoyar a los jóvenes, demostrarles que del campo sí se puede vivir. Uno sabe lo que está comiendo, la calidad del producto que está consumiendo. Los estoy animando a que sigan: es un trabajo muy difícil, muy sacrificado, pero es el que nos mantiene vivos y de pie”, concluyó.
La experiencia de los nuevos agricultores
Por su parte, Susana Mayo, quien fue la productora anfitriona en la Costa de Guayatayoc, afianzó su labor agrícola junto a otras mujeres de la región. En esta etapa sembró 8 variedades de papa, pero no todas superaron las inclemencias climáticas. Aun así, se mostró orgullosa por el volumen cosechado y la labor comunitaria: “la verdad es una alegría porque pudimos armar una mini comparsa, como se dice. Las mujeres siempre estamos en el campo con la ganadería, con los chicos, y conformando a la Pachamama, sobretodo”.
Ella y el resto de los productores también fueron acompañados por el ingeniero zootecnista David Zerpa, que ha sido convocado para adaptar buenas prácticas y minimizar errores en plena altura y con amplitudes térmicas desafiantes afirmó que “se apostó a la siembra de papas y papines con variedades de llamativo color, sabor y resistencia, aspirando a nuevos compradores. “Lo vemos como una oportunidad, ya que no son muy producidas en la zona y tampoco tenemos tanta competencia desde el país de Bolivia”, aseguró.
A su turno, Verónica Orellana, colaboradora de SSR Mining declaró que “La empresa, desde el área de Relaciones Comunitarias, está acompañando este programa piloto desde hace 3 años, tanto en logística como en los constantes talleres y reuniones organizativas. Nuestra referente, Eliana Flores, está liderando y trabajando con los productores para que puedan llegar a la comercialización”.
Así, de esta forma, la empresa minera con su aporte económico motiva y facilita los medios técnicos para introducir conocimientos en cada instancia productiva, incluyendo a otras instituciones afines a este propósito, como el INTA, el Ministerio de Desarrollo Económico y Producción y la Consultora Empoderar. En este marco, mencionó que ya se concretaron talleres de fertilización; riego por goteo y banco de insumos; manejo de siembra; costos en cultivos de papas andinas; desbrote, selección y curación de semillas.
Eleuteria Flores, trabajadora en Mina Pirquitas y miembro de la comunidad de Coyahuayma, completó el equipo asistente. “Buscamos crear conocimiento para que los productores puedan tener sus cultivos y algo más de entrada económica a futuro. Seguiremos aportando en la logística”, concluyó.
De ahora en más, se espera un próximo control de calidad de papas y papines en Abra Pampa, localidad que concentra un centro de acopio agropecuario, reflejando una vez más el franco compromiso minero con las comunidades locales.
Para el Antropólogo Mario Palma, director de la Consultora Empoderar especialista en Relaciones Comunitarias Desarrollo Sustentable, sentenció que este proyecto responde “a un viejo sueño de productores de diferentes comunidades andinas, deseosos de recuperar variedad y calidad de sus papines para generar valor agregado que les viene permitiendo mejorar su calidad de vida aprovechando su tierra ancestral”.
Al finalizar sus conceptos sobre esta iniciativa, Palma destacó que “la etapa actual de aprendizaje, consiste en mejorar las formas de comercializar a partir del control de calidad de sus productos en una experiencia inédita de integración territorial y de cooperación de miembros de distintas comunidades indígenas” En resumen, un verdadero logro hacia el desarrollo sustentable que pretende la empresa en forma local y la industria minera a nivel global.
Al respecto, Edgardo Volpi Gerente de Relaciones Comunitarias de SSR Mining expresó que “es una satisfacción observar el trabajo conjunto de nuestra empresa con organizaciones sociales, gubernamentales y vecinos de la Puna que lograron cumplir metas y objetivos”. La empresa acompaña y avala la implementación de este tipo de proyectos productivos que irán más allá de las papas andinas, e incursionarán, en el fomento del valor agregado derivado de los camélidos o fomento del turismo rural indígena de altura, conjuntamente con el legado cultural y antropológico de la Puna” mediante proyectos que surgen de la comunidad y que luego son estudiados y consensuados con representantes gubernamentales, nosotros como empresa e instituciones técnicas del territorio. Lo cual aseguró “que es una buena forma de planificar y actuar anticipadamente ante el cierre de una mina” concluyó Volpi.
Prensa GeoMinera