Del grano al litio: la nueva trampa exportadora argentina
- 31 de octubre, 2025
La diversificación exportadora retrocede. La Argentina se encamina a un nuevo ciclo de concentración, ahora impulsado por el petróleo y la minería.
El informe del IIEP advierte que, si se confirman las proyecciones de Vaca Muerta y del litio, hacia 2030 el país podría alcanzar su mayor nivel de dependencia de commodities en tres décadas.
Durante los últimos quince años, la canasta exportadora argentina ha transitado un cambio estructural que redefine el perfil productivo del país. Según el Informe Trimestral de Exportaciones Argentinas (ITEA), elaborado por el Instituto Interdisciplinario de Economía Política (IIEP-UBA-Conicet), desde 2008 las exportaciones se concentran en un número cada vez menor de productos, fenómeno que el estudio vincula con una nueva “dependencia exportadora”.
El diagnóstico parte de un dato contundente: entre 2008 y 2024 el índice de concentración Herfindahl-Hirschman (HHI) —medido a precios constantes— casi se duplicó, pasando de 254 a 479 puntos. En términos prácticos, eso significa que un puñado de productos primarios, principalmente soja, maíz y combustibles, explica una porción cada vez mayor del total exportado.
De la pampa al subsuelo
El informe señala que la primera fase de concentración estuvo liderada por el agro. La expansión de la frontera agrícola, la tecnificación de los cultivos y el auge de la demanda internacional de alimentos consolidaron al maíz y a la soja como pilares del comercio exterior argentino. Entre ambos explican más del 80 % del incremento del HHI desde 2008.
Sin embargo, el horizonte apunta a un viraje estructural: el epicentro de la concentración se desplaza del campo a la energía y la minería. Si se cumplen las proyecciones de exportaciones de Vaca Muerta y del complejo minero —litio, cobre, oro y plata—, hacia 2030 el índice treparía a 662 puntos. En ese escenario, el petróleo representaría cerca del 24 % del total exportado y la minería un 12 %, desplazando al agro como principal motor del comercio exterior.
Riesgos de una canasta concentrada
El IIEP advierte que la concentración de exportaciones incrementa la vulnerabilidad externa del país. Las economías que dependen de un número limitado de bienes primarios enfrentan mayores riesgos ante variaciones de precios internacionales, restricciones de oferta o shocks productivos internos.
El caso argentino es ilustrativo: la sequía de 2023, la caída de los precios de la soja o la baja en la cotización del litio repercuten de inmediato sobre el ingreso de divisas y la balanza de pagos. “La estructura actual expone a la economía a una volatilidad creciente”, concluye el informe.
Un patrón de comoditización
Entre 2008 y 2024, la participación de los bienes no diferenciados en las exportaciones argentinas aumentó del 62 % al 73 %, mientras que los bienes diferenciados —vehículos, químicos, alimentos con marca o maquinaria— cayeron del 38 % al 27 %. Este proceso de commoditización implica una menor presencia de productos con valor agregado, diseño o tecnología propia, y una pérdida de capacidades industriales.
El retroceso no se limita al plano sectorial. También expresa una tendencia macroeconómica: la falta de inversión sostenida, la inestabilidad cambiaria y la baja productividad relativa de la industria limitaron la expansión de bienes sofisticados. En contraste, los complejos primarios —más competitivos por tipo de cambio y escala— mantuvieron su dinamismo.
Oportunidades y dilemas
La expansión del sector energético y minero abre perspectivas alentadoras en términos de ingreso de divisas, empleo y desarrollo regional. Vaca Muerta podría transformar a la Argentina en exportador neto de hidrocarburos, y el triángulo del litio en una plataforma clave para la transición energética global.
Pero el IIEP subraya que el desafío no reside en frenar esos sectores, sino en acompañarlos con políticas de diversificación. En particular, fomentar cadenas de valor asociadas —como servicios de ingeniería, equipamiento industrial o procesamiento de minerales— y fortalecer la inserción de bienes diferenciados en los mercados internacionales.
Un escenario de creciente dependencia
Las proyecciones oficiales muestran que, en un escenario base, la concentración de exportaciones se mantendría relativamente estable entre 2024 y 2027, pero se aceleraría a partir de 2028. Ese año el petróleo se convertiría en el principal rubro exportador, seguido por la minería y recién luego el agro.
La segunda mitad de la década, por lo tanto, marcaría una nueva dependencia exportadora, más estrecha y más vulnerable. Según los cálculos del informe, para sostener el nivel de diversificación actual las exportaciones de bienes diferenciados deberían crecer al 20 % anual hasta 2030, un ritmo prácticamente inalcanzable.
Comparaciones internacionales
El trabajo también sitúa a la Argentina en perspectiva global. En 2008, su canasta exportadora era una de las más diversificadas entre las economías emergentes, con un HHI similar al de Indonesia o Eslovaquia. En 2024, la situación cambió drásticamente: el índice local se aproxima al de Uruguay o Malasia, y supera al de Brasil y Corea del Sur.
Si las proyecciones energéticas se cumplen, el país se ubicaría en 2030 junto a Chile y Australia, naciones con una fuerte dependencia de recursos naturales. La paradoja es que mientras esos países canalizan parte de la renta minera y petrolera hacia innovación y tecnología, la Argentina aún carece de un esquema institucional que traduzca la riqueza de sus recursos en diversificación productiva.
Una advertencia estructural
El informe concluye con un mensaje de política económica: “De cumplirse las proyecciones de exportación de energía y minería, resultará inevitable que ocurra una concentración de las exportaciones. Lejos de frenar la expansión de estos sectores, se debe acompañar su crecimiento con una estrategia de diversificación que incorpore nuevos rubros y promueva los bienes diferenciados”.
La advertencia apunta al corazón del modelo de desarrollo. Sin políticas activas que articulen recursos naturales, industria y conocimiento, la Argentina podría repetir el ciclo histórico de auge y vulnerabilidad: del oro al trigo, del trigo al petróleo, del petróleo al litio. Cada bonanza exportadora trajo consigo crecimiento efímero y una nueva dependencia.
Hoy, en el umbral de un nuevo ciclo minero-energético, la cuestión central no es cuánto exportar, sino qué exportar y cómo hacerlo. La respuesta determinará si el país logra transformar su riqueza en desarrollo sostenido o si vuelve a quedar atrapado en la inercia de sus propios recursos.
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