Catamarca/cara y cruz: El dedo en la llaga
- 16 de abril, 2021
Análisis. Daniel "Telchi" Ríos abordó la situación de Andalgalá y cuestionó al intendente Eduardo Córdoba.

Si bien el intendente de Belén, Daniel “Telchi” Ríos, no quiso ensañarse con su par andalgalense, Eduardo Córdoba, sus palabras sobre el conflicto minero marcaron una diferencia abismal.
“Creo que quienes lideramos las comunidades debemos tener una postura, no podemos estar en el medio tratando de gambetear las situaciones: o se está a favor o se está en contra. No considero que un dirigente tenga que jugar para ambos lados, es una situación peligrosa y me da pena que esto suceda”, señaló.
Añadió un párrafo bastante hiriente: “Lo que yo siempre he planteado es que a veces somos antimineros desde un punto de vista, pero cuando hubo que recibir las regalías estábamos con las alforjas en el hombro recibiendo la plata. Desde allí hay que ser coherente con lo que se piensa y con las acciones".
Interrogado sobre la situación de Córdoba, dijo: "Creo que está en una situación complicada porque parte del apoyo que él tiene de la comunidad deviene de su postura antiminera. Pero uno como dirigente tiene que saber que está en juego el futuro del desarrollo de la comunidad”.
Ríos mete el dedo en la llaga. La fractura minera en Andalgalá se profundizó por la actitud prescindente de la política, que apostó al derrotero judicial. Una defección en la que los intendentes de la Perla del Oeste tienen responsabilidad central.
Córdoba, y antes el actual diputado Alejandro Páez, provienen de la militancia antiminera. Tal posición es legítima y el pueblo de Andalgalá los votó. Sin embargo, ninguno de los dos consiguió edificar una autonomía real del municipio que prescinda de la renta minera, ahora insignificante. Andalgalá continúa dependiendo de los auxilios del Tesoro provincial para cubrir sus gastos corrientes. Que no sea la única comuna de la provincia en esta situación de déficit crónico no lo hace menos cierto, pero hay una singularidad: Andalgalá fue la comunidad que más dinero recibió por la explotación de Bajo La Alumbrera y su dirigencia fue incapaz de traducir esto en un modelo de desarrollo sustentable alternativo. En este sentido, es una especie de destilado del fracaso provincial.
Los últimos intendentes de Andalgalá no hicieron nada para acortar la fractura minera que divide a su comunidad
Debe decirse que el último estallido registra como precedente el de febrero de 2010, cuando todavía gobernaba Eduardo Brizuela del Moral. 11 años de una llaga abierta que los intendentes antimineros no han conseguido cerrar. Los gobernantes provinciales tendrán su responsabilidad sin dudas, pero la incapacidad para gestionar el conflicto de los caudillos municipales es ostensible.
No hubo de su parte gestiones para tratar de edificar consensos.
Tras ganar las elecciones en 2019, Córdoba consideró que no estaban dadas las condiciones en Andalgalá para desarrollar la minería porque el escenario judicial no lo permitía y la comunidad tenía “miedo” por el impacto ambiental del proyecto Agua Rica.
"Si por las instancias legales que existen, no están dadas las condiciones para comenzar a hablar del tema, no hay que hablar del tema", dijo. El estallido es el resultado también de ese silencio. Indudablemente, del asunto hay que hablar, porque si no se generan instancias de diálogo el conflicto se canaliza por las vías de hecho.
"Lo que sucedió en Andalgalá es gravísimo y también tendrá daños colaterales. La minería entrará en un impasse y no sé qué pasará. Creo que el Gobierno de la provincia y el Gobierno municipal y los distintos sectores tendrán que buscar los canales de diálogo para superar esta situación, el daño más importante lo va a llevar la sociedad de Andalgalá, se va a generar una grieta que está tomando unos ribetes que nos sorprenden y preocupan", señaló Ríos.
Lejos de la prudencia, el día del reventón Córdoba eligió tirar nafta al fuego.
El Ancasti