El nuevo ministro de Producción aporta experiencia y conocimiento
Cuando las papas queman, como hoy, hay que llamar a gente que entiende el paño y tenga experiencia. Dante Sica tiene ambas. Experiencia como funcionario, acuñada allá por los difíciles días tras la crisis terminal de la convertibilidad y conocimiento por su diálogo constante con las empresas por su tarea como consultor desde Abeceb.
Además de esas cualidades que aporta el, muestra un signo aperturista por parte del Gobierno: Sica tiene tradición peronista, no viene del PRO ni fue al Cardenal Newman y aporta una mirada fresca (y algo más heterodoxa) desde adentro.
En diálogo con El Economista, el ex Abeceb (formado en la prestigiosa UNLP) admite que su segunda incursión tampoco será fácil. Cuanto menos, inicialmente. Avizora meses difíciles y con reclamos varios desde el sector privado (sobre todo, pyme), pero confía en que la economía pegará la vuelta, quizás hacia fin de año o el arranque del 2019. Algo clave, allí, es el dólar y, en concreto, el tipo de cambio real, que ha mejorado en los últimos meses.
"Mejor asumir con un dólar cerca de $30 que con uno de $19", dijo Sica, y cree que ahora el desafío será mantener en el tiempo esa competitividad ganada. A su vez, elogió el acuerdo con el FMI y no está de acuerdo con las retenciones.
Sabe, además, que la salida no es el ajuste fiscal recesivo, como quizás crean en Hacienda, sino las exportaciones. "Argentina necesita dejar atrás el marcado estancamiento de su sector transable", decía en un memo reciente.
Asimismo, es un avezado conocedor de Brasil, el principal socio comercial de Argentina y hacia donde va casi la mitad de la (poca) industria que exportamos. Tiene lazos muy aceitados allí y, probablemente, una de sus tareas sea aminorar el enorme rojo bilateral que sufre Argentina.
A la vez, Sica dijo que mantendrá a los actuales secretarios y que el único cambio será Daniel Meilán (Minería) porque cree que se puede mejorar la gestión. Es un sector que Sica conoce y en el que Argentina tiene gran potencial.
El Economista
