San Juan y el sorprendente caso de dos municipios ricos en dólares
- 22 de julio, 2022
En diez años, las regalías que pagaron las empresas mineras en San Juan ascendieron a 314 millones de dólares.
Por Marcelo Torrez
@MarceloTorrez
Del total, 173 millones fueron a Rentas Generales de la Provincia; el departamento de Iglesia recibió 84 millones; el de Jáchal, 14 millones; Calingasta, 6 millones y el Ministerio de Minería recibió 38 millones. Los datos fueron distribuidos recientemente por el Grupo Sarmiento de la vecina provincia, con un listado detallado de las obras que se concretaron en cada uno de los municipios en donde se encuentran establecidas las mineras que explotan oro y cobre, esencialmente, con los recursos provenientes de los fondos fiduciarios que se formaron a la par de los giros por las regalías y cuya conformación se realizó con aportes voluntarios de las compañías.
“Se trata de los dineros que han ingresado a los departamentos (y a la Provincia), y lo que pretendemos es llamar la atención de que, cuando se utiliza bien el recurso, con la participación de las empresas, se consiguen estas obras que, de lo contrario, debiese hacer de igual manera la provincia”, con fondos propios, amplió Mario Capello, uno de los especialistas, miembro del grupo y férreo defensor de la actividad minera no sólo para San Juan, sino para el resto del país.
El informe, de todas maneras, según aclaró el propio Capello, no ha sido del todo completo porque restan los datos y la rendición de cuentas de en qué y adónde se destinaron unos 50 millones de dólares en regalías provenientes de la mina Gualcamayo, ubicada en Jáchal. “No encontramos un listado de las obras concretadas”, sostiene el propio trabajo de relevamiento, a la vez que agrega: “Resulta estrictamente democrático y republicano hacer públicas las tareas e inversiones concretadas, es decir, obras y montos”. Y la queja, además, se extendió
hacia el Tribunal de Cuentas, que debería estar informando, dice, “sobre la legitimidad en la inversión de caudales públicos hecha por los funcionarios del municipio, como así también de la Comisión Administradora del Fondo Fiduciario”.
Cuando en San Juan estalló el boom minero, a mediados de la primera década del nuevo milenio, se estableció por ley que 33 por ciento de las regalías mineras que pagarían las mineras al Estado provincial iría a parar a los municipios en donde están establecidas y explotando las compañías, básicamente, en Jáchal, Iglesia y Calingasta.
Ese porcentaje se ha mantenido para los viejos proyectos, de la época cuando comenzó todo, allá por el año 2007. Para los nuevos proyectos, la ley se modificó; con lo que, hoy, el reparto de recursos se divide entre el 70 por ciento que va a Rentas Generales de la Provincia; el 20 por ciento, a los municipios y el 10 restante, al sistema de control.
El dato, quizás, más sorprendente de todos, o entre los más sobresalientes, es el que se desprende de lo que ha recibido el departamento de Iglesia sólo en regalías, sin sumar lo del fondo fiduciario: 120 millones de dólares entre el 2006 y el 2021. Contando el fondo conformado con aportes voluntarios, más de 62 millones de pesos desde el 2006 a la fecha y el compromiso empresario de aportar 70 millones de dólares a lo largo de 20 años, de los cuales ya ha depositado unos 30 millones de la moneda fuerte norteamericana, de acuerdo con lo informado por el integrante del Grupo Sarmiento.
Los fondos fiduciarios de Iglesia y de Jáchal se conocen como el fondo de Rajo Argenta, que se conformó con los aportes provenientes de Veladero, la histórica mina de oro y plata de San Juan, y el fondo de Pascua-Lama, en Iglesia, departamento que en poco tiempo más comenzará a recibir, además, los aportes provenientes de Josemaría –la nueva joya minera del país de la que se extraerá cobre y para la que se ha comprometido una inversión estimada en 4.000 millones de dólares en su construcción–, emprendimiento que ya consiguió la aprobación de la declaración de impacto ambiental.
Así como Iglesia ha recibido 120 millo nes de dólares en regalías, Jáchal no se ha quedado atrás, con alrededor de 90 millones de dólares. De esos, casi 30 millones provienen del fondo fiduciario Gualcamayo, con un detalle minucioso de lo que se ha hecho con esos recursos. La lista es contundente: una red de agua potable (826.000 dólares); el Hospital de Huaco (1,5 millones de dólares); una planta de residuos sólidos domiciliarios (2,9 millones de dólares); el polideportivo Papa Francisco (2,5 millones de dólares); la red de agua potable (5,5 millones de dólares); la red cloacal de Jáchal (9,9 millones de dólares); un pozo de agua segura (166.000 dólares); el Hospital San Roque (3,4 millones de dólares), una red de canales como parte del aporte al riego agrícola (2,5 millones de dólares); la pavimentación de la calle Vicuña (420.000 dólares); las refacciones a la escuela 25 de Setiembre (578.000 dólares); la escuela Agustín Gómez (225.000 dólares) y la escuela Fray Justo Santa María de Oro (106.000 dólares).
El resumen de las inversiones en San Juan, como una rendición de cuentas, ya casi no sorprende en una población que sí se estremeció en los primeros años de la explotación minera, a favor y en contra de toda la convulsión en un sentido amplio que fue provocando la actividad con los recursos que aportó, como también por las dudas que levantó en las organizaciones defensoras del ambiente y el agua. Con el tiempo, todo se fue estabilizando con una mayor eficiencia en el control por parte del Estado y un ajuste más fino del destino de los recursos, incluso con las modificaciones a la Ley de Regalías. Pero lo que sigue alto, como discusión, es la comparación entre la agricultura y la minería, en particular con respecto al uso del agua y la generación de riqueza.
El Grupo Sarmiento ha comparado que lo que usa la mina Gualcamayo de agua es lo que se destina al riego de entre 70 y 100 hectáreas de parral de viña. “Es ínfimo el uso del agua comparado con el agro”, decía Capello, quien, además, acota que, por mes, la mina Gualcamayo deja en Jáchal entre 60 y 70 millones de pesos en salario, sin contar los aportes por regalías, de unos 50 millones de dólares, y lo del fondo fiduciario, de 30 millones de dólares. Pero no todo es color de rosa: para que la fiesta fuese completa, deslizan en el Grupo Sarmiento, el Gobierno tendría que brindar información precisa sobre lo que se hace con las regalías, porque allí sí existe un bolsón de desinformación que llama a sospecha.
Diario EL Sol