Días después de los festejos del Día de la Minería en el pasado mes de mayo abandonó el sector, o mejor dicho lo eyectaron, a Fernando Giannoni, quien se desempeñaba como director Ejecutivo de Barrick Argentina.
La repentina salida y fugaz presencia en la industria de Giannoni no fue abordada en forma profunda dentro del sector y merece tener lecturas diferentes a la versión oficial. Más cuando la empresa que está relacionada es Barrick Gold, que, más allá de la lavada de cara que le trataron de hacer con la llegada de los chinos de la minera Shandog Gold como accionistas de la empresa en el yacimiento Veladero, sigue siendo igual.
La llegada del ahora ex ejecutivo debió ser la inclusión de alguien desconocido del sector pero que sabía hacer su trabajo. Sin ganas de calificarlo, es importante reconocer que Giannoni le cambió a la empresa la insistencia de recorrer caminos muy peligrosos, reñidos con la sociedad y la imagen. Giannoni llegó a una empresa totalmente vapuleada y de pésima imagen. Si bien no revirtió esa tendencia, que aun conservan, corrigió viejos vicios.
Reformuló la comunicación y le dio una impronta de relaciones públicas que no tenía precedentes en la minera canadiense, ni en la misma minería. No obtuvo grandes logros, pero demostró que se podía hacer acciones distintas y relacionamientos racionales, con cierta objetividad y con mucho pragmatismo. Alguien podría retrucarnos diciendo que no hizo nada sobresaliente, y puede ser verdad esta apreciación. Pero mientras estuvo en funciones atendía el teléfono.
No se escondía detrás de un vidrio y negaba su presencia, tal como lo hizo en el programa de Mario Pergolini el gerente Miguel Martin, mientras las cámaras mostraban que estaba. Un papelón. Además, para evaluar la actitud del ex Barrick, distintos periodistas nacionales y regionales, al ser consultados sobre el trato de la empresa, afirmaban que Giannoni devolvía las llamadas, cosa que antes no ocurría.
En definitiva, Giannoni sabía qué y cómo hacerlo. Ponía la cara, y para alguien nulo en formación minera, demostró es trascedente que un sector posea voceros con esta actitud. Si bien es cierto que la imagen de Barrick es compleja y descalificada socialmente, se había podido avanzar unos cuantos casilleros. Algo impensado en otros tiempos. Solo hablaban bien los abonados a la pauta publicitaria.
También la presencia de Giannoni fue funcional y significativa para la Cámara Argentina de Empresarios Mineros. Supo trasladar su impronta y complementarse con su presidente, Marcelo Álvarez. Pero? lo óptimo es enemigo de lo bueno. Se fue y quedaron truncas muchas acciones. Una verdadera lástima. No lo conocí personalmente. Sólo me limité a observar sus acciones.
Debió ser el profesional, que no era de extracción minera, que mejor supo comprender cómo se debía hacer frente a los desafíos de la minería nacional. Álvarez perdió un valioso aliado. Para finalizar, ya que hablamos de CAEM, es de esperar que los expulsados de ayer, totalmente oxidados y desactualizados, que recientemente fueron sumados a la conducción, hayan aprendido algo. De lo contrario estamos peor que en el año 2015, cuando a los ejecutivos mineros de entonces, les manoteaban el micrófono en los actos públicos, le imponían un funcionario nacional en la presidencia de la entidad o los obligaban a aplaudir todas las estupideces que padeció el sector por 13 años. Pero eso será parte de otros artículos.
C.A.G.
Prensa Geominera