Argentina, el país del "potencial eterno": la minería exige pasar del discurso a la acción
- 17 de septiembre, 2025
La Cámara Argentina de Empresas Mineras (CAEM) lanzó una advertencia sin vueltas: el desarrollo del cobre en Argentina no puede seguir siendo un sueño lejano.

La falta de decisiones políticas, infraestructura y certezas legales amenaza con sepultar una oportunidad histórica.
Por Daniel Barneda
La paciencia del sector minero parece estar llegando a su límite. En una presentación sin medias tintas ante el Congreso Nacional, el presidente de la Cámara Argentina de Empresas Mineras (CAEM), Roberto Cacciola, disparó una frase que aún resuena en despachos y pasillos oficiales: "El cobre no es potencial en Argentina, es una realidad. Lo que está en juego es si lo vamos a desarrollar o no."
El reclamo no fue una súplica, fue un ultimátum. Argentina posee seis depósitos de cobre de clase mundial listos para avanzar, en un contexto global donde este mineral se ha convertido en la piedra angular de la transición energética.
Sin embargo, trabas normativas, infraestructura obsoleta y una política que prefiere mirar para otro lado han frenado lo que podría ser una revolución productiva y exportadora.
Con una inversión proyectada de más de U$S 30.000 millones hasta 2032, el sector minero no solo representa una vía de ingreso de divisas genuinas, sino una palanca para el desarrollo federal, el empleo de calidad y la reconversión energética. Pero, como ocurre con demasiada frecuencia en Argentina, el discurso no se traduce en acción.
"Seguir hablando de potencial confunde y retrasa decisiones clave", insistió Cacciola. Y no es para menos: mientras países vecinos ya multiplican sus exportaciones de cobre, Argentina aún debate si puede o no tocar la tierra.
Una ley que congela el futuro
Entre los principales frenos, el titular de CAEM apuntó directamente a la Ley de Glaciares, a la que calificó de "difusa y paralizante". Según datos del sector, el 75% de los proyectos de cobre están condicionados por esta normativa: "Todos queremos proteger los glaciares, pero esta ley impide cualquier tipo de actividad productiva, incluso en zonas que no cumplen función hídrica."
La crítica no apunta a desproteger el ambiente, sino a exigir una aplicación técnica y racional que no bloquee el desarrollo productivo por interpretaciones arbitrarias.
La minería, como el Oil & Gas, se juega en zonas remotas. Para que los proyectos sean viables, la energía no puede ser una promesa: tiene que estar. Cacciola lo dejó claro: "¿Vamos a pensar en la coyuntura o en una minería a 100 años? Si hablamos de cobre, hablamos de un siglo".
El llamado a construir una estrategia nacional de infraestructura energética y logística no fue solo para el Congreso, sino para toda la dirigencia.
La minería necesita ferrocarriles, rutas, tendidos eléctricos, marcos estables y, sobre todo, voluntad política.
Mientras la transición energética acelera a nivel global, en Argentina la sinergia entre minería y energía sigue sin consolidarse en una política pública estratégica. Ambas industrias comparten desafíos: inversión de largo plazo, regiones inhóspitas, cadenas de valor complejas y necesidad de reglas claras. Juntas, podrían impulsar el desarrollo de vastas regiones hoy postergadas.
Pero sin planificación energética, sin infraestructura y sin reglas de juego confiables, el "potencial" seguirá siendo solo eso: una palabra vacía en los discursos oficiales.
Cacciola cerró su intervención con un llamado colectivo, pero también con una advertencia implícita: "No queremos definir políticas, pero sí pedimos que no se siga postergando la oportunidad de miles de personas que ven en la minería una posibilidad concreta de progreso."
La pregunta, entonces, no es si Argentina tiene cobre. La pregunta es si va a dejarlo enterrado por miedo, por inacción o por prejuicio. Porque en un mundo que ya compite por minerales críticos, el que duda, pierde.
El Economista