Argentina ante el desafío minero: Convertir potencial en desarrollo, ¿Esta vez sí? Por Hernán Vera

  • 8 de mayo, 2025
En un país urgido por divisas, empleo genuino y desarrollo regional, la minería argentina vuelve a ocupar un lugar central en el debate productivo. Y no es casualidad

Con un subsuelo privilegiado, un ecosistema inversor en crecimiento y la demanda global empujada por la transición energética, el sector minero se perfila como una de las grandes promesas para construir un modelo de desarrollo basado en recursos con valor agregado.

Un subsuelo con futuro

Argentina forma parte de dos de las regiones más codiciadas del planeta: el “Cinturón Andino del Cobre” y el “Triángulo del Litio”. Las provincias del norte y del oeste —Jujuy, Salta, Catamarca, San Juan, La Rioja, Mendoza y Neuquén— concentran más de 100 proyectos mineros en distintas etapas, desde exploración inicial hasta producción.

En litio, el país ya es el cuarto productor mundial, con aspiraciones de escalar al segundo lugar en los próximos cinco años. En cobre, proyectos como Josemaría, Taca Taca o Pachón podrían posicionar a la Argentina como un proveedor clave frente al déficit global creciente. La producción de oro y plata aunque no tan pujante como en el pasado, sigue firme en Santa Cruz y en San Juan.

Inversión en auge

Entre 2021 y 2024, la minería atrajo más de 4.000 millones de dólares en inversiones, con la participación de actores globales como Ganfeng, Zijin, Barrick, BHP y Glencore. Solo la energía (con Vaca Muerta como estandarte) superó esa cifra. Este flujo de capital confirma que, más allá de las incertidumbres macroeconómicas, los fundamentos geológicos y las oportunidades de negocio siguen generando confianza.

El litio, punta de lanza

El desarrollo del litio es quizás el mejor ejemplo de resiliencia productiva. En medio de cepos, inflación y tensiones logísticas, el sector ha crecido de forma sostenida. Jujuy, Salta y Catamarca ofrecieron un marco regulatorio competitivo y un respaldo institucional que permitió que ya haya varios proyectos en producción y más de 40 en distintas fases.

Además, ha comenzado a delinearse una cadena de valor incipiente en el pais, con inversiones en tecnología de procesamiento y plantas piloto de baterías. Si se consolida la tendencia, puede marcar el camino hacia un modelo minero-industrial excepcional.

¿Y si miramos a los petroleros en Vaca Muerta?

El desarrollo de los hidrocarburos no convencionales en Argentina ha sido un caso paradigmático. A pesar de los cambios de signo político, Vaca Muerta ha logrado sostenerse como una política de Estado. Esto ha generado previsibilidad y un marco atractivo para el capital privado.

Los actores clave de la industria minera deberíamos aprender de la experiencia de Vaca Muerta: reglas claras, eficientes asociaciones público-privadas, continuidad institucional e infraestructura estratégica sumada a la persistencia y determinación empresaria nos entregan algunas pistas sobre el rumbo a seguir.

Recomendaciones para un salto cualitativo de la industria

Con el aprendizaje del litio y el espejo de Vaca Muerta, podemos identificar seis ejes que podrían robustecer el futuro del sector minero en Argentina:

1. Estabilidad macro y acceso a divisas: la volatilidad cambiaria y las restricciones al giro de las utilidades complicaron la planificación de largo plazo de la inversión. Sin embargo, el levantamiento del cepo para ir hacia un mercado de divisas más previsible, y habilitar mecanismos de estabilidad como el Régimen de Incentivo a Grandes Inversiones (RIGI) puede marcar un antes y un después para la minería.

2. Marco normativo nacional integral: la fragmentación regulatoria las hace dubitativas a las inversiones de largo plazo. Al inversor extranjero se le hace difícil distinguir las singularidades provinciales. Por esa razón, una legislación consistente y semejante a nivel nacional —que respete la autonomía provincial pero que establezca claros criterios federales— es imperiosa.

3. Infraestructura básica: la minería requiere de rutas, energía y conectividades adecuadas, sin ellas los costos operativos se disparan. Sería muy importante contar con una agenda público-privada de inversión en infraestructura que contemple unos mecanismos de recupero confiables, en plazos viables.

4. Licencia social: la minería del siglo XXI no se impone: se construye. Para lograr legitimidad social son condiciones ineludibles el diálogo oportuno, la consulta informada, y los beneficios tangibles para las comunidades desde las etapas tempranas de la exploración.

5. Valor agregado y proveedores locales: fomentar la industria de insumos, maquinaria, servicios y tecnología asociada a la minería es clave para multiplicar su impacto sobre el tejido productivo nacional. Universidades, PYMEs y centros de innovación deben ser parte de la ecuación.

6. Madurez institucional: la minería necesita debate, sí, pero también acuerdos. Las marchas y contramarchas legislativas o los discursos anti-inversión socavan la confianza. Una visión estratégica común, aun con matices, permitiría convertir la oportunidad de crecimiento en política de Estado efectivas.

Conclusión: una ventana abierta

Argentina tiene lo que muchos países desearían: recursos estratégicos, experiencia operativa y un mercado ávido de desarrollo. El desafío ya no es descubrir el potencial, sino traducirlo en una política minera moderna, previsible e inclusiva.

La historia reciente del litio demuestra que, incluso en contextos adversos, la combinación de reglas claras, apoyo político e inversión privada puede generar un sector competitivo. La realidad de Vaca Muerta también confirma que la continuidad institucional es vital para potenciar a los proyectos complejos.

En síntesis, el tren de la minería está en marcha. Lo que está en juego es si lograremos subirnos a tiempo o volveremos a dejar pasar otra oportunidad. Todo parece indicar que esta vez sí será posible.

Hernán Vera

Ingeniero en Minas. Ex Gerente general en Cerro Vanguardia¸ Veladero y Gualcamayo. Ex  Country Manager de Yamana Gold .

Prensa GeoMinera