El off the record de Schargrodsky analiza el futuro del litio
- 8 de febrero, 2023
Pase lo que pase a nivel electoral,el post 2023 estará profundamente marcado por la estrategia que vaya a adoptar no sólo nuestro país, sino las grandes potencias respecto de las economías extractivas

Es decir, sobre los recursos naturales del subsuelo, llamados a explicar la mayor parte de cualquier crecimiento significativo de nuestra disponibilidad de dólares en el corto-mediano plazo. A pesar de que el mayor potencial aparece en petróleo y gas natural, es el litio el que -por su proyección en las tecnologías relevantes de la transición energética- aparece como el mineral más codiciado y el que levanta las mayores discusiones.
Desde el kirchnerismo se insiste en discutir la propiedad e industrialización del litio a través de un nuevo régimen para el mineral que aparece como parte de un planteo de reforma o profundización. Encuentran allí coincidencias hoy escasas con el Presidente, que viene insistiendo sobre la necesidad de declarar “estratégico” al mineral, sin demasiadas precisiones, y con Horacio Rodríguez Larreta, que últimamente mencionó la necesidad de “exportar litio como baterías”. Ricardo Quintela, gobernador de La Rioja, impulsó una declaración del mineral como estratégico que derivó en algunas protestas desde la industria y la caducidad de los permisos de exploración vigentes.
A pesar de las apariencias, la cuestión está lejos de cosechar consensos, siquiera en el oficialismo, incluso por buenos motivos. El ejemplo de La Rioja espeja el caso que, en la región, ha caracterizado a Bolivia respecto de Chile y Argentina. La provincia con un marco más restrictivo es la que no ha avanzado ni tiene perspectivas de corto plazo de hacerlo. Las productoras -Salta, Jujuy y Catamarca- promovieron la asociación con las empresas multinacionales dentro de los márgenes que permite la legislación sancionada en la década del ’90 que dio impulso a la actividad minera, históricamente poco desarrollada en el país.
Un informe del Wilson Center de enero de 2023 contrasta las políticas más intervencionistas y estatistas en Chile -que no desarrolló nuevos emprendimientos en relación a los dos existentes desde hace décadas y perdió a manos de Australia su lugar como primer exportador mundial- con el boom inversor que vive la Argentina, que en pocos años llevará a superar la producción trasandina y convertirá al país en el segundo productor a nivel internacional. El otro país integrante del “triángulo del litio”, Bolivia, sigue sin producir más que unas pocas toneladas destinadas a procesos comercialmente irrelevantes y, a pesar de algunos anuncios recientes, todavía no ofrece una perspectiva clara ni de producción ni mucho menos de industrialización del recurso.
Los relatos del nuevo El Dorado son alimentados también por los que parten de las grandes potencias. La mandamás del Comando Sur de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos, generala Laura Richardson, identificó al litio como una cuestión de seguridad crítica para los intereses estadounidenses en la región. Quienes gustan de ver manos negras -y también quienes conocen la historia de las intervenciones estadounidenses en el subcontinente- vieron en la declaración de Richardson un motivo de recelo y preocupación y otra causa para impugnar el ordenamiento local para el desarrollo de los recursos naturales. Gajes de la democracia, sin embargo, el imperio aparece mucho menos lineal y alineado de lo que normalmente muchos suponen.
La preocupación de las autoridades argentinas con los estadounidenses sobre nuestro litio no es su enajenación onerosa sino la posibilidad de que, por más crítico que resulte en la mirada de la titular del Comando Sur, el mineral tenga cerrado el mercado norteamericano. Sucede que la Inflation Reduction Act, una ley promulgada por el presidente Joe Biden que, a pesar de su nombre, está dirigida a la transición energética, penaliza fuertemente el acceso de los minerales y sus derivados que no provienen de los Estados Unidos o de países con los que tenga acuerdos de libre comercio. Entre los proveedores de litio, Argentina carece de este tipo de acuerdo, que sí tiene Chile. Eso significaría una fuerte dificultad para exportar el mineral al que está llamado a ser uno de los principales mercados del mundo y dificultaría artificialmente el actual proceso inversor.
En la Embajada en Washington saben que peor que el deseo de nuestro litio es un eventual rechazo y se viene desplegando una campaña de concientización activa sobre el problema y la perspectiva argentina en todos los niveles de la administración y en el Congreso estadounidenses. Por otro lado, la recuperación de la producción industrial en sectores estratégicos frente a la competencia china aparece como uno de los escasos consensos entre demócratas y republicanos.
En este marco, desde la representación argentina apuestan a una flexibilidad por parte del Departamento del Tesoro en la reglamentación de la norma que preocupa por otros motivos a aliados como Japón y la Unión Europea. La apuesta para el litio y otras producciones potenciales de minerales críticos para nuestro país supondría la posibilidad de habilitar acuerdos específicos de comercio con países con los cuales Estados Unidos no tiene acuerdo de libre comercio abarcativos a efectos de mantener la elegibilidad conforme a la ley. La propuesta de reglamentación del Tesoro será dada a conocer en marzo, cuando quedará sujeta a observaciones de quien lo desee antes de sancionarse. Para muchas empresas, la resolución podría significar la diferencia entre mantener o desprenderse de activos en la Argentina y en otros países en situaciones similares, cuyos compradores más probables -por tamaño de mercado de destino- podrían llegar a ser empresas chinas. Dadas las declaraciones de la generala Richardson, sería un desenlace paradójico.
Cenital